Ir al contenido principal

Rechazo x Reminiscencia

"Si pudiese describir con una palabra lo que siento al escribir, no lo podría. Solo necesito dos ideas, tan solo dos ideas para crear un mundo completamente nuevo."



Esta es la descripción que puse al momento de crear mi perfil en WordPax, una red especializada en escritura y lectura de historias hechas por aficionados.Me emocionaba pensar que podría encontrar a otros lectores, aparte de mi hermano, el cual leyó una vez algo que escribí en mi cuaderno de notas. En esa ocasión, él solo leyó una página del mismo, cerró con fuerza la tapa dura y se echó a reír. Me pareció insultante que se riera de mi historia, aunque no lo juzgo, es de poco leer.


Pero lo que vino después, me incomodaría aún más. El leo-dos-hojas-y-duermo de mi hermano me iba a dar "sugerencias".


–No es que esté mala la historia, sino que me pareció extraño que Akamaru mordiera a Orochimaru. ¿No se supone que el perro y su dueño, no me acuerdo como se llamaba...


–Kiba, se llama Kiba– le dije con tono serio.


–Ese mismo. ¿No se supone que Kiba y Akamaru tienen una estrecha amistad?


– Ay, José –me llevé la mano a la frente – esa no era la primera parte. ¿Acaso me crees una aficionada? Por supuesto que justifiqué la razón por la cual Kiba y Akamaru dejan de ser compañeros. Es más, el propio Kiba tuvo que aceptar que su mascota quería rescatar a Sasuke sin importar el porqué. Eso está en la parte uno, que está en...


Volteo y me voy corriendo hacia la pequeña biblioteca que tengo en mi cuarto. Mi hermano, todavía desde la sala me grita a lo lejos: "Deberías subirlo a internet. Y luego ya me enseñas el resto, tengo que irme al insti". Acto seguido, escuché a lo lejos el sonido de la puerta cerrarse, justo cuando tenía entre mis manos otra libreta, en la cual había escrito entre otras historias, el Sasuke x Akamaru. Era obvio que no era una historia de amor romático, sino que la creé al pensar de qué pasaría si el perro de Kiba se hubiese acercado a Sasuke. "¿No es algo muy jalado de los pelos?", pensé cuando se me ocurrió. Pero la idea ya estaba dando vueltas en mi mente y no pararía hasta que la plasmara en el papel. Esto me ha pasado desde que aprendí a escribir correctamente, debo poner en el papel toda idea que haga volar mi imaginación. 


Y eso hice. 


Escribí la historia.


Bueno, ahora presionaré "Publicar". 


----------


 –¿Hasta cuando seguirán con estas bromas tan crueles? ¿Hasta cuándo seguirán burlándose de lo único que es importante para mí? ¿Acaso no les basta acaso con humillarme? ¿Acaso quieren destruir lo único que amo, repitiendo constantemente la misma escena de la historia que hice en el concurso?


Juana quiso decirle todo eso en su cara. Pero no pudo, las palabras no salieron de su boca, la indignación se quedó retenida con un nudo en su estómago, sus lágrimas estaban a punto de brotar, pero sabía que no debia hacerlo. No les daría esa victoria. 


Luego de destrozar verbalmente al chico que se le había declarado, se fue directamente hacia el baño. Con cada paso que daba, con cada "uy, uy" que el resto del salón gritaba a viva voz, su corazón se calmaba, su cuerpo se aliviaba. 


–Uff –suspiró finalmente– Menos mal estaba mal estructurada, tenía una pésima cohesión y estaba llena de clichés. Aparte, nunca hemos interactuado, así que no hay justificación alguna para que me entregue una carta. Más parece como una escena secundaria, para hacer dudar a los otros intereses románticos sobre si la protagonista aceptará la petición de un tercero. Pero está más que claro que nadie se interesa por mi. A menos que sean tsunderes. Bah, a quién engaño. A todos esos tontos se les cae la baba por las chicas de cuarto. Y puede que si les rechazan, intenten por las niñas de segundo, he visto a varias...


Juana tiene que pasar por segundo de secundaria para poder ir a los servicios higiénicos. Mira de reojo la puerta de aquella aula. Nadie la está mirando, pero por si las dudas, baja las escaleras y llega al primer piso, entra al baño y empieza a reír. 


–Como si ellas pudiesen escuchar lo que pienso, que tonta soy. 


Por el otro lado, Geanmarco Gancéz recibe las condolencias de sus compañeros. Este se queda petrificado, inmóvil, mirando la carta que había sido arrugada y pisoteada.


–Recoje tu basura, Ganzo. –gritó una de sus compañeras, en tono burlón.

–No le digas eso a mi causa. ¿No ves que le acaban de romper el corazón? –replicó otro compañero, el cual levantó el papel arrugado y se lo entregó al soldado caído– De chill, mano. Hay muchos peces en el mar. Y más bonitas.


El joven le dio un par de palmadas en la espalda y se fue a su asiento. Se puso a hablar con otros compañeros que estaban cerca sobre lo ocurrido. Ninguno creía que el tímido Garcés se atevería a tanto, tan callado, escribiendo y dibujando cosas en su cuaderno o jugando con el celular. También se preguntaban porqué habían elegido a la menos agraciada del colegio. No parecía ningún tipo de apuesta y el chico lucía claramente abatido. 


Mientras ellos seguian cuchicheando sobre lo ocurrido, Garcéz permanecía en el mismo sitio, mirando a la carta arrugada que tenía en sus manos, pensando en una sola cosa:


"¿Por qué me rechazó?"


-----


–Mi nombre es Juana Miranda. Mi curso favorito es Literatura y mi pasatiempo es escribir historias en internet, aunque muy pocos la leen. - la joven muchacha dijo esto último en voz baja e inmediatamente se sentó en su carpeta, algo avergonzada por lo que había dicho. 


Juana había estudiado durante los dos primeros años de su educación secundaria en un colegio estatal, hasta que ocurrió cierto incidente que la obligó a tomar otra opción, resetear todo lo que había vivido en su vieja escuela y volver a empezar desde cero. O al menos esa era la idea.


–¿Por qué dije eso?–pensaba ella. 


Lanzó una mirada general a todos sus compañeros. Todos ellos estaban distraídos, mientras que otros observaban al tutor del salón, explicándole algunas de las normas de la escuela. Nadie la miraba, incluso el chico que estaba detrás de ella parecía estar absorto en su cuaderno, al parecer estaba dibujando algo. Por un instante pensó que ambos podrían llevarse bien y ser amigos, pero inmediatamente eliminó ese pensamiento de su mente, recordando algo desagradable que había experimentado el año anterior.


El joven que estaba sentado detrás de ella sí había escuchado lo que susurró Juana. Y al percatarse de que ella estaba mirando a sus compañeros, como si estuviese fulminándolos con los ojos, pretendió estar dibujando algo, un anime que dejó a medio completar. Empezó a darle sombra, a pintar los detalles, a corregir algunas líneas y a dibujarle un fondo. Mientras se concentraba en la hoja, también prestaba atención a los sonidos que provenían delante de su sitio y cuando escuchó el leve crujir de la silla delantera, este volvió a su posición original y volvió a mirar el cabello amarrado a una coleta de su compañera.


No podía evitarlo. Ahora en esos instantes el sentía una inmensa curiosidad sobre las historias que ella escribía. ¿Realmente son tan malas?, pensó Geanmarco mientras imaginaba una extraña historia sobre un perro que jugaba fútbol. Era una película que vió casualmente y le pareció tan aleatoria, que creía firmemente que no encontraría algo peor o más extraño que eso. Puede que, si estuviese peor que esa película, podría tener algo de qué hablar con esta chica, ya que estaba decidido en perderle el miedo al rechazo y conseguiría una novia a como de lugar.


Al terminar la presentación y las siguientes clases introductorias, empezó el primer recreo del año escolar y como era de esperarse, los alumnos que habían estudiado desde el año pasado, empezaron a saludarse y hablar entre sí. Incluso los que solo se conocieron por medio de la educación a distancia, empezaron a hablar entre ellos. Ella, al no conocer a nadie, se sentó en su sitio y sacó su celular. Estaba revisando Wordpax, si le había llegado alguna notificación. Al mismo tiempo, Gancés fue intervenido por el profesor, el cual le empezó a buscar conversación. Los temas eran los típicos que realizan los profesores para ayudar al joven solitario a desenvolverse, cómo está tu mamá, tus hermanos, esta vez ya no tendrás dificultades para conectarte, ya que estaremos en clases tres veces a la semana, deberías ponerte las pilas porque este año si puedes llevar curso, temas como esos.


Garcés respondía a la mayoría de las preguntas con monosílabos o moviendo la cabeza, mientras pensaba en lo divertido que había sido el año pasado y que si estuviesen en clases virtuales, estaría colocando el micrófono en silencio y abriría una pestaña en el navegador. Pero fue la pregunta integradora la que lo trajo su mente de vuelta al aula.


– ¿No te parece esto genial? Tu nueva compañera... Miranda, también le gusta la literatura.–el profesor sonrió, mientras miraba a la nueva estudiante, que volteó a verlo al escuchar su nombre.


– ¿Me llamaba, profesor? –respondió la alumna


– Sí, le comentaba a tu compañero que tienen una afición en común. Y no creo que tus historias sean malas, de seguro que pocos la leen porque está en una plataforma pequeña. 


Juana y Geanmarco se sorprendieron al escuchar estas palabras. Y accidentalmente, sus miradas se cruzaron por unos instantes.







Comentarios

  1. Espere casi dos años por esto...
    Es bueno ver de vuelta esta historia Jefe!!

    ResponderBorrar

Publicar un comentario