Busco con anhelo el fulgor de tu cuerpo que he buscado fútilmente por sinuosos senderos perseguido sin descanso, famélico y agitado planteo el más recurso más demente y osado. Presiono mis manos con fuerza y golpeo la tierra, sonsacando mis recuerdos que guardaba bajo la grava y las piedras, cuando agrieté con astucia tu estoica indiferencia, hasta remecer las duras placas que guardan tu conciencia, llegando a lo más profuso de tu belleza discreta, y derritiéndome en tu amar de divina providencia. Escucho voces mientras mi continúo con mi descenso De ira, dolor y arrepentimiento, pero yo las ignoro y no me muestro indefenso y continuo con mi labor, sin detrimento. Escucho finalmente el fino burbujear que son el preludio de mi destino final, pétreo terreno reanudo a golpear, y el vacío del abismo me empieza arrastrar, muriendo lento, viendo al mundo alejarse esperando, futilmente, una nueva oportunidad.