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Una entrada con imagen y con un cuento


Esta entrada sí que tendrá una historia, tal vez no una tan interesante como la de un joven que se enamora de una chica gato, o de la reinterpretación de la biblia, pero habrá una historia.

Creo que el relato empieza en una zona alejada de la ciudad, donde la bruma de la playa y el humo de la basura quemándose se combinan. Esta pequeña ciudad construida en cimientos movedizos, la cual teme más un terremoto que un tsunami; la cual es sinónimo de lejanía, de un viaje larguísimo y similar al traslado a una provincia. Esa ciudad que se cubre de luces multicolor en las noches, como un manto brillante de una criatura titánica caprichosa o de un excéntrico que disfruta derrochar energía; es esa ciudad el escenario de esta historia.

El protagonista ignora que lo es, ya que vive su vida de forma monótona, aburrida, lamentándose cada segundo por las decisiones que tomó, hasta que encuentra una distracción cualquiera para evitar esa presión en el pecho que lo consume cada día, lentamente. Mientras el protagonista avanza, sin querer está alimentando su final trágico, cual obra shakesperiana, en la que la desgracia abraza al elenco central. Un protagonista que no mira a su alrededor, ni los actores principales, secundarios, incluso los extras y los dobles de acción, que los ve a todos como sus enemigos o sus amantes. Ese es el personaje de esta historia, una criatura patética que ruega con desaparecer, pero que nunca lo hará.

El antagonista es el propio antagonista. No se trata del relato en el cual el protagonista tiene una segunda personalidad, la cual planea y mueve los hilos en los tiempos que tiene el control. Simplemente el protagonista ha decidido ser su propio enemigo por cuenta propia, incluso sabe que le ocurrirá al final, se ha encargado de que este acto final termine tal como lo ha escrito.

Y el escritor es tan solo el intermediario, el que observa y espera.


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