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Cartas

Hasta hace algunos meses, escribía algunas cartas. En ella plasmaba mis sentimientos y se los entregaba personalmente a la chica con la cual andaba en amoríos. Ella nunca me dio una carta de respuesta (cosa que me entristece), pero no puedo hacer más al respecto. En realidad, es muy visto el uso de las "Love Letter" (Carta de amor... traduzco "por si las moscas") en películas y series. El relato que les dejo a continuación es un prólogo de una historia de escolares (sí, otra vez... es más, tengo una más pero no la he subido) en donde muestra como puede ser de compleja una chica que le gusta escribir, aun siendo fanfics.
Nota: Fanfic es un término muy popular para denominar a las "Ficciones hechas por fanáticos". O mejor dicho, una versión hecha por fans de alguna serie, película, libro, programa de televisión, artista ya existente. 
No se preocupen si no entienden el concepto, en estos relatos quedarán en claro lo que son los Fanfics. Entonces allí vamos.
 


 
 

La chica que me gusta escribe fanfics – Prólogo

 
“Si pudiera describir la belleza con una sola palabra, diría "ella”. La que ocupa el primer y el último pensamiento de mi día. La dueña de mis alientos, suspiros y miradas perdidas. Ella no tiene defectos, ella...”
 
 
Mirando lo que había escrito detrás de su cuaderno cuadriculado, él se sonrojó levemente. La sola idea de pensar que alguien pudiese leer eso le parecía aterradora. No permitiría que nadie supiera sus sentimientos hacia ella. Y eso era porque todos esos "mortales" (así los llamaba) habían sido castigados por la propia Venus. Habían sido cegados. No podían ver la infinita belleza de la mujer que tanto amaba. Utilizaban toda clase de adjetivos para describirla. 

- Ciegos - repitió sus pensamientos en voz baja mientras garabateaba encima de lo que había escrito. Lo hizo de tal manera que nadie podría leerlo. Solo él lo recordaría y... las letras volverían a aparecer, en su mente.

Creía que esa era lo mejor. Que nadie debía enterarse de lo suyo. 

El amor es, en muchas veces, demasiado evidente. Esta historia no es la excepción. Nuestro buen amigo tardaba en borrar más de lo que creía y, casi siempre, daba muchas oportunidades para que sus compañeros curiosearan los textos. Todos en su salón sabían lo que sentía. Curiosamente, nadie hablaba mucho al respecto. La joven del cual el muchacho estaba enamorado, o mejor dicho, está enamorado, es baja y poco agraciada, aparte de ser torpe y algo descuidada. "Fea" era el adjetivo más usado para describirla. El colegio entero la consideraba como la más fea. Le gastaban muchísimas bromas, generalmente muy crueles. 

Él, en cambio, nunca se metía con nadie. Y tampoco había mucho que objetarle. En las pocas veces que lo fastidiaban, le decían "Ganso", en honor a “Gancés”, su apellido paterno. Las personas que usaban ese adjetivo contra él, nunca recibían réplica. Y todo acababa allí. En nada.

Y así, todo nos lleva al principio. Al aula. Al joven enamorado y sus garabatos. Y a los cómplices silenciosos de su amor. 

El decidió cerrar sus ojos brevemente. Era la hora del recreo y ni él mismo se acordaba de ello. Cerca de su carpeta, dos de sus compañeros hablaban de un tema sin importancia. Hasta que en un momento dado, nuestro amigo le prestaba mucha atención.

- ¿Cartas? ¿No es eso muy anticuado? – habló con notable desdén uno de ellos.

- Nada es anticuado para el romanticismo. – respondió su compañero, sonriendo.

Nuestro protagonista giró levemente la cabeza y empezó a mirarlos y ver sus gestos.

- ¿Y cómo lo hago? – el joven mostró cierto interés al principio por lo que le sugirió su amigo, luego lo pensó por unos segundos e hizo una mueca. - ¿Por qué mejor no copio un poema y se lo mando por Facebook?

- ¡No seas tonto! – repuso su interlocutor - ¡No va a tener impacto! Tú, lo que debes hacer es…

La conversación se volvió nuevamente en algo irrelevante. No necesitaba pensar más. Tenía la idea, sabía lo que tenía que hacer. Casi al instante imaginó que le iba a decir a la carta. Las veces que pensaba en ella, lo que era capaz de hacer por ella. Todo. Todo. Colocaría su alma y su corazón. Vaciaría sus sentimientos. Escribiría. Escribiría mucho.

El tiempo es objetivo. Pero el enamoramiento distorsiona todas las leyes. Incluso el tiempo. Sólo necesitó pestañear para poder estar situado en ese momento. ¿Cómo? Pese a que podía recordar todas las cosas que había hecho en el transcurso de los días, la sensación de que nada había sido relevante y que todo había pasado tan fugazmente no desaparecía de su cabeza.

Tenía la carta entre sus manos. Era una carta muy normal, con un sobre blanco con bordes rojos. Él se repetía a sí mismo que el importante era el contenido. El contenido. Tenía la esperanza de que ella comprendiese y por supuesto, correspondiese sus sentimiento, su amor.

Algo andaba mal. Ella no parecía emocionada. Todo lo contrario, su rostro reflejaba aburrimiento y una ligera molestia.

Ambos se miraron. El avergonzó y tuvo la necesidad de mirar hacia otro lado. Ella, en cambio no dejaba de mirarle a los ojos. Lentamente, él extendió la carta con una de sus manos y ella hizo lo suyo, cogiéndola. Normal hasta ahora. Ella miró la carta y lo volvió a mirar a él.

- Hagamos que esto acaba lo más pronto posible. – habló ella, cortante.

- Es-está bi-bien – ni siquiera podía pronunciar apropiadamente las palabras, pero se esforzaba al máximo.

- Genial – y sonrió sarcásticamente.

Ella abrió el sobre. Ella abrió el sobre como si estuviese rompiendo un papel que no servía. Él sentía que era su corazón lo que estaba siendo rasgado, quebrado. La joven empezó a leer el contenido y pronunciaba cada palabra en voz clara, pero él podía escucharlo con claridad.
Cuando terminó la lectura, ella volvió a sonreír. Era una sonrisa sincera. Pero se le borró al mirar a la persona que estaba al frente suyo, el que había escrito la carta.

- ¿Hasta cuándo…? – se detuvo abruptamente.

- ¿Eh? – se limitó a decir el muchacho, perplejo.

- Nada. – respondió ella. Sólo que es muy bonito lo que escribiste. Estuviste a punto de lograrlo. Pero no me convenció. Lo siento, has fracasado.

Ella arrugó el papel y lo tiró al piso.








Comentarios

  1. Ohh
    Eso me dolio
    No tienes más capitulos?
    Me he enamorado de tu forma de narrar
    Me encanta esta historia

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  2. Unas cuantas faltas de ortografía, pero la historia está entretenida. Ten cuidado con ralentizarlo mucho. Al inicio queda bien, para conocer al prota y su entorno, pero luego puede ser contraproducente si es en exceso.

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