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Los 7 Tazones de la Cólera.

Los 7 Tazones de la Cólera




El majestuoso palacio del Emperador, situado estratégicamente en el centro de la ciudad, era de por sí, un lugar muy calmado y silencioso. Podían oírse desde muy lejos el sonido de los pasos de Su Majestad, caminando a elegante prisa hacia su estudio, lugar exclusivo para los discursos dirigidos a sus súbditos. Estaba acompañado por uno de sus asistentes.

La habitación no era diferente a las demás, ni un solo ruido alteraba la tranquilidad. El blanco predominaba, a excepción del atril situado al otro extremo, separado a unos metros de la pared. No existían ni banderas u otro símbolo representativo. Eso lo había decidido hace mucho el mismo Emperador. Este último se dirigió hacia el atril y se apostó con total soltura. Su acompañante cerró la puerta y se quedó al lado de la misma. Las luces se apagaron automáticamente, excepto las que iluminaban el atril. Una pantalla holográfica apareció delante del Líder, mostrando la imagen del mismo. Ajustó el tono de su voz.



¡Hombres y mujeres del mundo entero! ¡Ustedes, quienes contaminaron su propio planeta! ¡Ustedes, los que no se arrepintieron de sus pecados! Hicieron caso omiso a las advertencias. Continuaron viviendo, sin importar el resto, cómodos, engañando a sus corazones. ¡Ya no podrán dormir tranquilos! Dentro de una semana, ¡destruiré este sucio sistema, junto con toda su hipocresía!

No me molestaré en ocultarles detalle alguno, ¡Los 7 Tazones de la Cólera os erradicarán! ¡No hay marcha atrás, ni donde esconderse! Ya tuvieron suficiente tiempo. Es demasiado tarde


El mensaje había terminado e inmediatamente el emperador se retiró del estudio. Su asistente siguió a prudente distancia, detrás de él. Aunque el emperador denotaba frialdad, no pudo evitar el derramar un par de lágrimas, deteniéndolas rápidamente usando la manga de uno de sus brazos. Se detuvo. Volteo a ver a su subordinado, mirándolo con seriedad, esperando alguna respuesta o reacción del mismo. El asistente simplemente hizo una reverencia, esperando órdenes.
-¡Da el aviso a todos los militares! ¡Tráelos de vuelta a la Capital! –Dijo el emperador con autoridad–.
-¿Inclusive los Saráf, Su Majestad? –Cuestionó el asistente– Si retiramos los Saráf de sus ciudades asignadas, los rebeldes tomaran el control y se amotinarán. Entonces…
-¡No escuchaste mi mensaje! –Bramó– ¡Nadie escapará de mi mejor arma, los 7 tazones de la cólera! Esos seres insignificantes no pueden hacer nada contra mis Serafines, ni siquiera pueden contra el más débil soldado de mis legiones. ¡No existe razón alguna para dudar! ¡No vuelvas a cuestionar mis decisiones, si quieres vivir! Necesito reforzar la zona central de la ciudad, mi palacio, el resto no me importa. –Volvió su mirada hacia el frente–. Igual morirán dentro de una semana.
-Como usted ordene, Su Majestad –inclinó aun mas su cabeza– ¡Disculpe el atrevimiento!
-¡Largo! ¡Anda a hacer algo más útil! –Abdel, el Emperador, caminó en dirección contraria a la del asistente–.
Abdel, Emperador de Jerd y del mundo entero. Su rostro no mostraba arrugas, solo un acentuado color oscuro rodeaba sus ojos cafés. Su tez tenía un leve bronceado y cabello castaño totalmente peinado hacia atrás. Frío, calculador y hasta despiadado; esas eran algunas de las características de Abdel. Aunque algunos aducían que el emperador era una persona distinta al ingresar a su alcoba. No podían comprobarlo. Abdel era muy cuidadoso al entrar a su cuarto.
Abdel miró suspicazmente todos los pasadizos. Tocó la puerta suavemente con la mano extendida y la retiro a los pocos segundos. Lentamente la puerta se abrió, ingresó a su habitación y acto seguido, la puerta se cerró en seco.
Abdel suspiró, aliviado. Se acercaban días más difíciles y estaba consciente de ello. Se cubrió el rostro con ambas manos y se sentó en su cama. Sin hacer ruido, un pequeño animal, si podría llamárselo así, caminó hacia su encuentro. Se afianzó de una de sus piernas y no tenía intenciones de soltarse. El estresado Emperador no hizo esfuerzos en soltarse. Empezó a hablarle en tono afable:
-Pi, lamento mucho el haberte dejado solo por largo tiempo.
-No se preocupe, Ab –el pequeño podía hablar–. Aunque debo serle sincero, necesito mucho de su presencia. Lo extraño.
-No puede evitarse, Pi –sonriendo, lo tomó con ambas manos con suma delicadeza. El animalito se desafianzó de la pierna y abrió sus bracitos dejándose llevar. Abdel lo puso en su regazo–.
Pi, la única mascota de Abdel, tenía un ligero pelaje color celeste, pero cuando el sol lo iluminaba, asemejaba al blanco de las nubes. Su cabeza era redonda, grandes ojos azules y sus orejas triangulares. No tenía bigote alguno, ni cola. Sus patas traseras eran idénticas a las de un gato, y las patas delanteras parecían gráciles manos, con solo tres dedos. Su voz era aguda y tierna. Medía aproximadamente 45cm y era el único en su especie.






El medio actual de comunicación es exclusivamente el M.S.D. (Multiple Signs Decoder, Decodificador de Señales Múltiples) un aparato muy parecido a un brazalete y usado como tal para “transformar” las diversas señales tanto analógicas, digitales y de otra índole en pulsos nerviosos enviados directamente al cerebro. Unas finas agujas atraviesan la piel y se conectan con los nervios, sin afectar sus funciones primordiales. Esto puede permitir, por ejemplo, ver la televisión, Chatear (conocido como el MindChad) y otras actividades que requerían de computadoras, celulares, televisores, entre otros. Se usa como única central de procesos el cerebro. El M.S.D. usa el espacio disponible del cerebro, fragmentando primordialmente las partes que controlan los movimientos motores, procesos sensoriales, la memoria y demás. El resto se usa para ejecutar las funciones del M.S.D. También tiene la opción de borrar recuerdos “indeseables”, grabar momentos visualizados por el usuario, hasta poder compartir la música, esta almacenada en sí mismo y reproducirla en un altavoz o enviársela a un amigo. Esta nueva forma de comunicación tiene ventajas como desventajas; y por supuesto, algunos prefieren no usar este sistema, los cuales son muy pocos.
El emperador es muy exigente en sus gustos y la idea de tener un objeto aprisionando su brazo, lo enfermaba. Así que creó, por así decirlo, un M.S.D. viviente. La mascota mejor conocida como Pi (π). Se hicieron toda clase de estudios, alterando su ADN (el cual era más bien la mezcla de diversos animales salvajes y humanos) de tal forma que pudiera cumplir las funciones requeridas. El oído de Pi puede distinguir las diversas señales, como también convertirlas en pulsos nerviosos. Solo puede comportarse como tal, sujetando a su amo de uno de sus brazos o piernas y conectando sus nervios. Seis delgados filamentos ubicados en sus dedos, ingresaban suavemente en la piel hasta hacer contacto con el sistema nervioso humano.
Pi no cumplía con su rol a plenitud, nunca había hecho el contacto con su amo. Era una mimada mascota. Y Pi, al igual que los humanos, albergaba algunos sentimientos como la soledad, la alegría y la inutilidad.
Pi se sentía inútil, o eso era lo que creía. Deseaba ferviente estar al lado de Abdel o “Ab” como lo llamaba en todo momento; deseo impedido por su propio amo.
Las miradas de Pi y Abdel quedaron fijas una de la otra. Pi miraba con melancolía y Abdel, con remordimiento. No se desprendieron por un buen rato. Abdel rompió el silencio.
- Lo siento Pi, es por tu bien –Susurró el Emperador–. Ahora duerme, pequeño.
Pi sintió la necesidad de responderle, pero no lo hizo. Se durmió al rato.

(…Y el primero se fue y derramó su tazón en la tierra…)



Había amanecido. Pi intentó despertarse lo más temprano posible, aun así no pudo encontrarse con su Amo. El Emperador se había despertado mucho antes. La pequeña mascota decidió husmear por la ventana (nunca lo había hecho antes, a petición de Abdel). Pi observaba con gran fascinación un espectáculo nunca antes visto para él, unos extraños objetos voladores, cuadrados, expulsando humo por la parte posterior mientras surcaban el cielo, para finalmente explotar en el mismo. La mascota ignoraba por completo que el palacio estaba siendo atacado por un grupo rebelde, los extraños objetos voladores eran en realidad misiles disparados por MW´s, y los misiles no lograban su objetivo gracias a la barrera defensiva del palacio.

Pi intentó buscar el origen de los extraños objetos. Divisó a un grupo de 7 MW´s equipados con lanzamisiles E2547, poderosa, antigua y aun eficaz arma. Los robots retrocedían lentamente. Uno de ellos estalló y los demás dispararon sus misiles al enemigo. Elección totalmente inútil, sus misiles se convirtieron en cenizas al entrar en contacto con las alas llameantes de su objetivo. El objetivo era un Saráf.

Entre un MW y un Saráf existe una enorme diferencia de poder. Los MW (Abreviatura de “Mechanical Warrior”, Guerrero Mecánico), son robots gigantes provistos de Inteligencia Artificial. Usan desde convencionales lanzamisiles, rifles, cañones de precisión, cañones de plasma, armas blancas, etc. Su tamaño puede variar dependiendo de la función deseada. En ese aspecto, los Saráf no son del todo distintos. Usan un mecanismo similar al de los MW, con mejoras en la movilidad y la capacidad de reacción. También son armamento provisto de IA.
Las diferencias de poder provienen de otra parte. El imperceptible núcleo ubicado en su interior, un reactor atómico de fusión que convierte el Hidrógeno en Helio, no solo brinda la energía para que el Saráf pueda moverse, también envuelve al mismo convirtiéndolo en un poderoso gigante ardiente, capaz de destruir todo a su paso con pocas posibilidades de resistirle. La misteriosa (para la gran mayoría de personas) capacidad de dominar ese poder proviene del material de su esqueleto, el Jerdiminimium, capaz de resistir la gran cantidad de energía e inclusive dirigirla; desde crear 3 pares de “alas”, así como un llameante látigo. Al atacarlo, debías pensarlo más de una vez; destruir un Saráf causaría una destrucción mucho mayor a la hecha por el Saráf mismo con sus ataques.

El Saráf, levitando imponentemente, extendió todas sus alas y contraatacó, usando su flameante látigo carmesí para destruir a la amenaza. Dos MW pudieron esquivar el ataque –recibiendo daños promedio–, suerte con la que no contaron el resto; se desvanecieron al contacto con el arma enemiga. El Saráf descendió a tierra firme, posicionándose frente a los MW restantes. Los MW desenvainaron espadas de electrones y fueron al encuentro del rival. El Saráf cogió a los restantes con sus manos flameantes. Los MW se desvanecieron al contacto con el mismo. Ya no quedaban más enemigos. El Saráf despegó y se posicionó a varios metros encima del palacio.

Momentos después, los rebeldes contraatacaron. De los edificios de la cuidad empezó a llover metralla y misiles. El fuego enemigo no fue respondido, las balas y los misiles rebotaban contra el escudo de energía, y el palacio permanecía inmutable. Seguían disparando, como si tuviesen munición infinita.
No había pasado ni 10 minutos, cuando los edificios empezaron a caer estrepitosamente. El suelo empezó a agrietarse, y la gente de la ciudad corría despavorida, sin rumbo. El terremoto no afectaba al castillo, motivo por el cual Pi no entendía la situación. Para él solo eran puntos en movimiento. No dejó de perderles la atención.

Abdel había activado el primer tazón. El sonido de la tierra retumbando a lo lejos lo perturbo, cubriéndose las orejas. Al detectar la presencia de su asistente, cambió su actitud drásticamente. De su perturbación inicial, ahora fingía satisfacción, idéntica a la fingida cuando conquistaba un nuevo territorio. Caminó lentamente hacia un jardín cercano y observaba sin interés aparente, la apacibilidad de la naturaleza.

El asistente corría a toda velocidad al encuentro del Emperador. Erróneamente, pensaba que se trataba de un evento fortuito. Se acercó sin el saludo formal y habló con prisa:
-Su majestad, las víctimas han sido calculadas por más de 10 millones de personas y… –el reporte del asistente fue interrumpido por Su Majestad–
-¿¡Quién te pidió esos datos, Idiota!? –Gruñó el Emperador–.
-Su Majes… dis…cul… –El asistente, un joven de contextura delgada y de ojos decaídos, no podía ocultar su temor. Tartamudeaba. Desearía cubrirse y acurrucarse en un rincón, pero tenía razones de peso para aún continuar frente al Emperador–.
-Es normal, no lo sabes –Abdel dirigió su mirada hacia aquel, sonriendo de soslayo–. El terremoto no fue algo natural, si te habrás dado cuenta. Ha sido causado por obra humana y hemos sido nosotros. No lo pudiste sentir debido a algunos preparativos que hice por antemano, para no ser afectados.
-¿En…tonces...? –Pronunció dubitativamente el asistente–.
-Entonces, seguirás recopilando datos sobre los daños y las víctimas. También evalúa los daños del armamento rebelde. Por el resto, tengo a alguien más.
El asistente simplemente asintió con la cabeza, hizo una reverencia y se retiró. Cuando el asistente se había apartando lo suficiente, Abdel suspiró.
El emperador canceló todas sus actividades comunes, despidió a la gran mayoría de los asistentes, sirvientes y demás, quedándose únicamente con el General de la Legión Imperial, el General del Cielo y Dave, el delgado asistente. Abdel no necesitaba los lujos, mientras tuviera a sus generales cerca, eso era suficiente para él. Y respecto a Dave, tenía motivos para mantenerlo en su puesto, aunque no fuese de verdadera utilidad.
Se dirigió hacia el comedor, tomó varias frutas y se las llevo hacia su alcoba. Caminando a toda prisa, abrió la puerta y se acercó silenciosamente hacia Pi, el cual estaba totalmente distraído, mirando a la ventana. Dejó la comida a un lado e interrumpió.
- ¿Sabes quienes son ellos? – preguntó Abdel
-Parecen hormigas.- retiró su vista de la ventana y de unos cuantos saltos, se afianzó de los finos ropajes de su amo –
- No, te equivocas, Pi. Ellos son humanos. –Hizo una pausa y continuó–. No ha sido un accidente, yo fui el causante. Tuve que hacerlo, ellos son personas malas. Aun así…
Abdel no quiso continuar. Pi no dijo nada más. Tuvo que observar las lágrimas recorriendo el rostro de su querido amo. No pudo más e intentó consolarlo.
-Tú no eres malo, Ab. Si ellos son los malos, ¿Por qué lloras?
-Ni siquiera yo mismo lo sé, Pi –Abdel dejó de llorar–. Es hora de dormir.


(…Y el segundo derramó su tazón en el mar…)


Pi había dormido, como era costumbre, en la cama de Abdel. Es por eso que Pi podía saber si su amo había dormido o no en ella. En esta ocasión, El Emperador no había dormido allí. La cama había perdido su calidez, y quiso estar lo más lejos posible de ella. Permaneció inmutable en el sillón, esperando su amo como si el tiempo no importara. El sillón tenía impregnado el olor corporal de Abdel, algo agradable para la mascota.
Pi se sintió extraño y empezó a dolerle la cabeza. Sentía hincones en el cuerpo. Escuchaba extrañas voces e imágenes aparecían brevemente en su mente. Sentía un gran caudal de información recorriendo por su cerebro, como si se tratase de un rio. No podía abrir los ojos.

Dave no podía permitir el ser visto por alguien. Recorría todas las habitaciones del castillo, inclusive las restringidas. No había vigilancia y eso le facilitaba el trabajo. Activó el M.S.D. El sonido agudo invadió su cerebro. Al cerrar sus ojos, pudo visualizar unas imágenes. El contacto fue exitoso.
Escombros de lo que alguna vez fue una ciudad. Un viejo hombre sostenía como podía a su nieto, que había perdido una pierna, y ambos avanzaban lentamente. Un niño lloraba sin ser consolado. Tres hombres armados, trataban de arreglar un MW averiado. Repentinamente, la imagen se oscureció hasta volverse totalmente negra. Solo podía escuchar la voz de un desconocido. Era un hombre, ya que su voz era grave.
- Espero que hallas visto todo este desastre. Y también debes saber quién es el causante. Actúa rápido y encuentra la ubicación del arma del emperador. Creemos que ha usado el desplazador de placas tectónicas. Esa cosa necesita mucho espacio, y un lugar estratégico para que funcione. Tenemos a varios muchachos apoyándonos en la búsqueda y… - hizo una pausa - ¡Demonios! ¡Tengo una comunicación urgente! Debo cerrar este canal o será demasiado sospechoso. Fuera.
Dave no respondió en ningún momento, sabiendo que esa conversación podía estar siendo intervenida, espiada. Si lo encontraban con los ojos cerrados, diría que capto la señal casualmente. Abrió brevemente para asegurarse que no había moros en la costa. Captó nuevamente la señal y continuó escuchándola.
-¡Imposible! –Gritó el hombre, desesperado–. ¡El mar ha tomado una tonalidad rojiza! Eso solo significa una cosa: ese hombre va en serio. No tengo las cifras exactas, pero todas las ciudades situadas en las playas ya no existen, fueron inundadas por los tsunamis. Tratamos de salvar a algunos inútilmente. Todo aquel que bebió casualmente un poco del agua de mar contaminado, ha muerto. Estamos analizando los cuerpos y el agua para encontrar alguna cura. ¡Debes apresurarte! ¡No tenemos el tiempo para estar analizando muestras! ¡El mundo está en tus manos! Fuera.

Dave quiso gritar de desesperación. Estaba tan cerca y no sabía nada de arma alguna. Golpeó la pared con sus puños desnudos, hasta sangrar. Aun así, no podía rendirse y decidió continuar investigando. Caminaba cabizbajo, mientras las gotas de sangre marcaban su camino.
Pi ya podía abrir los ojos. Así que decidió comer. La brillante fuente plateada que aparecía por arte de magia en la mesa, siempre contenía las más deliciosas frutas. Se sentó frente a su mesa, cuadrada y de patas cortas. Se abrió un agujero en el techo. La bandeja con los alimentos era sostenida por dos brazos mecánicos, los cuales se alagaban para poder descender la bandeja y dejarla en la mesa. Con delicadeza los brazos soltaron la bandeja y la mano de una de ella cogió la tapa de la bandeja. Ambos brazos descendieron y el agujero del techo desapareció. Tres naranjas sin ningún rastro de cáscara y trozos de plátano serían su alimento del día de hoy. Después de comer, una pequeña siesta es buena.
En cuanto a Abdel, estaba sentado en su trono, en el Salón Imperial. No tenía hambre y todo el día permaneció en silencio. Encendió una pantalla holográfica.

(…Y el tercero derramó su tazón en los ríos y sobre las fuentes de las aguas…)

Dave no podía encontrar al emperador. Tenía noticias importantes que darle. El agua de los ríos y demás fuentes de agua, también estaban contaminadas y teñidas de rojo sangre. La mala noticia –buena noticia para él–; había calculado que los abastecimientos de agua se acabarían en 3 meses. Si eso era todo lo que tenía el emperador en su arsenal, en tres meses se podría encontrar la cura con apoyo de los científicos de Throne.
“Throne” es una nave dedicada a las investigaciones científicas espaciales. Sus científicos son tan buenos, como los del imperio. Y estaba seguro que ellos también sabían quién era el verdadero causante. Unirían fuerzas con los sobrevivientes y atacarían el palacio con su nave. Esa nave había sido un gran estorbo para el imperio; los 5 intentos para destruirla fueron en vano, aun usando a los Saráf para atacarlos. Y como las refriegas ocurrieron en el espacio, Throne no tuvo escrúpulos en destruir los Saráf. El precio de su imprudencia causó severos daños al casco de la nave, como el armamento del mismo. Aun así, Throne era un enemigo de cuidado. Continuó corriendo y al llegar al salón imperial, encontró las puertas cerradas. Intento abrirlas con sus llaves, pero no pudo. Resignado, se fue a buscar a otra parte.
El emperador cerró las puertas del salón imperial. Pidió a sus generales que se encarguen de todo y que no intentaran molestarlo, al menos por dos días. Bebió vino hasta emborracharse y se durmió en su trono. Era la primera vez que había tomado vino, la primera vez que se había emborrachado y la primera vez que había dormido en el trono. Y probablemente la ultima.

La pequeña siesta después del almuerzo, se convirtió en un largo letargo. . El animalito solía tomar siestas de 4 horas y dormía 12 horas más. Hacía esto porque se encontraba solo y aburrido. Extrañamente, Pi ya llevaba dormido más de 24 horas.

(…Y el cuarto derramó su tazón sobre el sol…)

Los rayos del sol se habían intensificado en el transcurso del cuarto día. Se intensificaron demasiado. El agua aumentó aun mas su valor, obligando a las personas a conseguirla a la fuerza. Hasta llegaron al punto de matarse entre sí. Los heridos de los desastres anteriores, ya estaban muertos. Y el calor aumentó la pestilencia de los cuerpos en descomposición. Los indicadores de temperatura marcaban los 60 °C y en algunas zonas hasta los 70 °C. Los artefactos electrónicos, como el aire acondicionado, se estropearon.
Throne se mantenía a cientos de metros de distancia. Era irónico ver a muchas ciudades caer en el caos por el miedo de quedarse sin agua, pudiendo organizarse para que el agua alcance para todos. Un miembro de Throne descendió en una pequeña nave a una ciudad que no cedió al miedo. Dejaron en la calle a los cuerpos muertos y habían ordenado a las personas a permanecer en sus casas. Así que la calle estaba vacía y pestilente. El científico estaba usando un traje espacial, el cual puede soportar temperaturas superiores a los 1000°C. El hombre caminó varios pasos delante de su transporte. Throne dejó caer una caja gigante, en la cual emergió un MW. El robot se incorporó y empezó a repartir a las afueras de cada casa, un paquete que contenía un traje, botellas de agua y un arma de plasma. El científico activo su M.S.D y avisó a todos los habitantes a recoger las provisiones y que esperaran órdenes de Throne. Asimismo, pidió a cualquier hombre mayor de 20 años a usar el traje, tomar el arma y dirigirse a las afueras de la ciudad.
Después de una hora, todos los varones se reunieron en una plaza. Allí, el tripulante de Throne les daba las indicaciones necesarias para iniciar un ataque a gran escala contra el palacio imperial. Los grupos rebeldes de otras regiones habían dado su apoyo a este plan y también se dispusieron a las órdenes de Throne. La nave continuó su avance con dirección al norte. Los humanos lo siguieron en naves personales.






A Abdel le dolía terriblemente la cabeza y sentía nauseas. Podría haber tomado una medicina e inmediatamente haber desaparecido los síntomas y no lo hizo; esos síntomas eran el significado de seguir vivo. Empezó a imaginarse una vida feliz junto a una esposa e hijos. Sonrió amargamente.
Pasaron varias horas y se puso de pié y abrió las puertas del salón. Sus generales lo esperaban a las afueras. Fabricio, el General de la Legión Imperial hizo un saludo militar. Miguel, el General del Cielo, no era humano; era un Saráf, el más poderoso de todos y el líder de los mismos. Así que no estaba presente físicamente, una representación holográfica humana lo reemplazaba. Miguel permaneció inmutable mirando hacia el suelo.

-Mis generales, –dijo El Emperador– espero que ya estén preparado para la siguiente fase. Mañana el Throne se dirigirá hacia nosotros, junto con un ejército de rebeldes. Del Throne y sus MW del tipo aéreo se encargará Miguel y sus Saráf. Miguel, informe.
- Su majestad, –la representación holográfica no movía los labios, pero podía escucharse con claridad su voz– tenemos 30 Saráf listos. Otros 5 Saráf están recibiendo mantenimiento. Y por mi parte, no he recibido ningún daño y estoy listo. Mi nueva arma asignada, la Espada del Unigénito, opera de manera estable. No existen incompatibilidades.
-Bien. Eso nos deja con los rebeldes armados y los MW terrestres. ¿Qué hay de ti, General Fabricio?
-Su majestad, –Fabricio era un hombre de edad avanzada, y era su edad y la experiencia la causa de grandes hazañas en anteriores enfrentamientos– los legionarios están listos para atacar en cualquier momento. Las armaduras y las espadas de Jerdiminimium son más ligeras. Las pruebas con las mismas también han demostrado una capacidad mayor a la que esperábamos. Nuestros soldados también están equipados con los rifles de asalto WXF32. Podemos destruir un MW de 7 disparos.
-Excelente. Pueden retirarse –ordenó el Emperador–.
Fabricio caminó hacia las barracas, para preparar a sus soldados, la representación de Miguel desapareció. Abdel observó desaparecer al General de la Legión Imperial por el pasillo derecho, cerró la puerta.
-Miguel, lleva a un lugar seguro a la caja del futuro, como lo hemos planeado –Abdel parecía estar hablando solo, pero Miguel escuchó esa orden sin la necesidad de reaparecer como representación holográfica.

Pi despertó. No podía decir con certeza donde estaba. El lugar era completamente blanco. Se acurrucó y lloró mientras pronunciaba repetidamente el nombre de “Ab”.

(…Y el quinto derramó su tazón sobre el trono de la bestia salvaje…)

El Throne arribó a la ciudad imperial a las primeras horas de la mañana. Se mantuvo lejos del rango de disparo por varias horas, hasta que los rebeldes llegaran. MW’s terrestres y miles de hombres armados hicieron un cerco alrededor del castillo. Por órdenes del Throne, se les dijo que esperaran. La nave intento establecer una conexión M.S.D, rechazada por el Emperador,. A su vez, el Emperador pidió conexión holográfica. Throne aceptó.
La imagen holográfica de una mujer, de largo cabello rubio, ojos azules y figura esbelta, apareció delante del Abdel y su trono. El emperador sonrió suspicazmente, sabiendo que esa figura no era de una humana.
- Debo suponer que tú eres “Throne”. – pronunció con sarcasmo.
- Cierto, soy Throne. No soy una simple nave, soy un sistema avanzado construido con inteligencia artificial. Mejor dicho, soy un MW mejorado, muy parecido a sus Saráf. También poseo libertad de tomar mis propias decisiones. Yo no soy un objeto manipulable. –Su voz elegante voz resonó en todo el salón–.
- ¿Por qué elegiste una imagen femenina? ¿Acaso porque eres caprichosa y egoísta?
- Tal vez.
- Señorita Throne, ¿Sabe el riesgo de haber venido en “persona”? Mis Saráf son muy veloces y usar sus armas podría causar la muerte de tus aliados.
- ¿Aliados? Es usted muy gracioso. Los humanos que se encuentra a bordo de Throne fueron elegidos por mí, puedo matarlos cuando desee. Y si se refiere a los humanos rebeldes, tampoco me preocupan, sea por mi mano o por la suya, ellos van a morir. Mire por usted mismo, Emperador –y la imagen de Throne perdió estabilidad momentáneamente.
Abdel inmediatamente activó otra pantalla holográfica. Throne atacó sin aviso al Palacio. El disparo no surtió el efecto deseado. Diez Saráf fueron a su encuentro, mientras el resto mantenía su posición. Los Saráf rodearon al Throne, sin acercarse demasiado. Throne apunto con sus cañones a los Saráf, siendo esquivados por estos últimos.
Los rebeldes se acercaron lentamente, reduciendo el cerco. La Legión Imperial fue a su encuentro disparando a distancia. Los legionarios no se molestaban a cubrirse de los disparos enemigos, su armadura estaba hecha de Jerdiminimium y podían resistir prácticamente cualquier cosa. Sus Rifles de Asalto también hacían la diferencia.
Abdel observaba el espectáculo sin interés aparente. Su rostro cambió a sorpresa cuando sintió el frío metal del revolver tocando su sien. Dave, el asistente, se las había apañado para emerger detrás de Abdel sin ser visto.
-¡Maldito Emperador! ¡Si te mato, acabará todo este conflicto! ¡Tú eres la causa de todo el sufrimiento del mundo! –grito el asistente.
- Dave, eres muy inocente –Abdel empezó a reírse, mientras Dave presionaba el cañón del revolver a la sien del Emperador–. Tú nunca supiste cómo y cuándo activaba cada “tazón”. Te mantuve en tu puesto, pese a no serme de ninguna utilidad. Pudiera haber elegido cualquier otro de mis asistentes, con los que he trabajado desde la fundación el imperio. Entonces, ¿Por qué no te despedí? Sabía tu verdadera identidad desde el principio. Eras parte de mi plan, inclusive lo que estás haciendo ahora mismo. Ahora, mira con atención. Mira al verdadero Throne. ¡La nave de afuera fue construida por el grupo de rebeldes al cual perteneces!

Una segunda pantalla holográfica apareció delante de ambos. Era la imagen del verdadero Throne. Estaba sobrevolando una isla y preparando su cañón des-atomizador. El arma cargaba lentamente y después de un minuto, disparó. La isla desapareció, siendo reemplazado por un agujero al cual descendía el agua de mar. El Throne, habiendo cumplido su objetivo. Empezó a moverse lentamente.

-Es demasiado tarde, Emperador –rió Throne–.He averiguado cada una de las ubicaciones de tus armas. Eliminar a tus soldados será cuestión de tiempo, sin contar que “yo” no tengo daño alguno. La nave con la cual luchaste la última vez, era la falsa. Ahora ¡Acaba con ese inútil, Dave!
-Aún no acaba. –Interrumpió Abdel– ¿Acaso te olvidaste de mi Saráf más fuerte?

Miguel, apareció delante de la nave en movimiento. Su cuerpo ardía de fuego blanco puro, sus alas era más grandes a las de un Saráf normal y portaba una espada de doble filo, “La Espada de Unigénito”. Throne reaccionó y disparó toda su artillería, mientras Miguel esquivaba sin dificultad. Empezó a elevarse, y en el momento en que se encontró encima del Throne, descendió en picada. El Throne disparó nuevamente su cañón des-atomizador, y Miguel logró cubrirse del disparo con el esgrimir de su espada. El Saráf Blanco aterrizó encima del Throne. El fuego de todo su cuerpo se extinguió dejando al descubierto su cuerpo. Miguel era diferente a los demás Saráf. Todo su cuerpo estaba cubierto de caracteres hebreos, escritos minuciosamente. Su rostro parecía el de un humano. La espada empezó a arder y de un solo movimiento de su arma, cortó en dos a la nave. El fuego de la espada desapareció y el su cuerpo se volvió a cubrir de ardiente blanco. Se alejó rápidamente del lugar.
El Throne, cayó estrepitosamente al mar. La imagen holográfica desapareció. Pero la representación holográfica del Throne, perdiendo estabilidad y hablando entrecortado, aun no.
-Mal…Jerd… ¡Te…as… es… en…re…des! ¡Traidor! - y la imagen de Throne desapareció.
-¿Qué demonios significa todo esto? –Dave presionó aun más el cañón del revólver en la sien de Abdel–.
- Sencillo. Uno de tus camaradas trabaja para mí y me dio la ubicación del verdadero Throne.
- ¡¿Quién es?!
- Lo debes conocer muy bien, es tu jefe.
- Imposible. Él es una persona buena, no la conoces ¡Deja de decir estupideces! ¡Te voy a volar los sesos!
- Te pareces a Pi, mi mascota. Cuando yo le digo algo, Pi me mira como si lo que dijera, fuera la pura verdad y el resto, una vil mentira –hizo una pausa y después de un largo suspiro, Abdel continuó–. ¿Sabes lo que es el Millenium? Según los gobernantes y los científicos, gente muy culta para nosotros, es el elemento que cambió el futuro de nuestra humanidad. Déjame decirte algo, ellos escondieron deliberadamente información a nosotros. Millenium contamina al medio ambiente, a una velocidad mucho mayor al del CO2 . El Aire, el agua y la propia tierra están arruinados. La única esperanza de la humanidad sería encontrar un nuevo planeta el cual habitar. Aquí se encuentra el segundo problema, ¡Aun no estamos listos para colonizar otros planetas! Throne ha manipulado la información por mucho tiempo, engañando a los propios científicos, haciéndoles creer, por medio de trucos sucios, el sueño de vivir en otros mundos. Lo único que Throne deseaba era deshacerse de la humanidad. ¿Razones?, no las necesitaba. Tu jefe lo sabía. Decidió hacerse responsable de la muerte de muchos, al igual mío.
- ¡No puedo creerte! ¡No voy a creerte! ¡Tu estas solo! Y si te mato, seré un héroe.
- Es demasiado tarde, Dave –Abdel chascó sus dedos– Al nombre de John y mío, lo sentimos mucho.
El Palacio Imperial fue cubierto por las flamas oscuras de la explosión. El Throne falso, los legionarios, los Saráf y los rebeldes también resultaron afectados. No hubo sobrevivientes.
Miguel, el General del Cielo, llegó a la cima de una montaña. Miró con atención una caja blanca. Al darse cuenta que se encontraba intacta, se alejó de la misma.

(…Y el sexto derramó su tazón sobre el gran río Éufrates…)


En el sexto día, Miguel sobrevolaba las ciudades, buscando rastros de vida. Los pocos sobrevivientes gritaban de dolor. Algunos intentaban quitarse los M.S.D de sus brazos y otros se presionaban fuertemente la cabeza. Miguel sabía perfectamente el sistema principal encargado de conectar entre sí todos los M.S.D, o mejor dicho, el servidor conocido como Ufratu (Éufrates) había sido boicoteado. Ufratu sobrecargaba los cerebros humanos con un sofisticado virus informático. El daño cerebral era irreparable y causaba la muerte, después de dolorosa agonía. El día acabó con unos cientos de humanos vivos.

(…Y el séptimo derramó su tazón sobre el aire…)


Miguel tomó la caja blanca y la llevó a un bosque. Un riachuelo, árboles frutales y animales corriendo libremente por el lugar. La caja blanca se abrió. El Saráf se elevó al cielo y poco a poco, sus flamas blancas se extinguieron. Miguel se empezaba a desarmar, mientras liberaba un humo celeste.
- ¡Ha Acontecido! –dijo finalmente–
Pi pudo ver como las paredes que lo habían aprisionado, cayeron con tanta facilidad. Pi corrió a prisa al encuentro de su amo. El lugar en el cual se encontraba era totalmente distinto. Miró hacia el cielo y pudo ver la neblina celeste le impedía la visión.
Pasaron varias horas. Pi lo no pudo diferenciar. Se había quedado inerte, mirando al vacío. Después, escuchó la voz de su Amo. Buscó de donde provenía esa voz que constantemente lo llamaba.

-¡Pi! –La voz de Abdel hacía eco en la cabeza de la mascota– Lo siento mucho, Pi. Estoy muy lejos de ti. Solo me gustaría pedirte una cosa, amigo.
Pi no respondió, y Abdel prosiguió.
-Necesito que cuides a esos niños –inmediatamente pi dirigió su mirada a las capsulas que había visto en el cuarto blanco, de ellas emergieron un niños y una niña–. Protégelos. Compréndelos. Quiérelos. Como si fuera yo. Ellos son mis hijos. Ellos son los hijos de la humanidad.

-Ab, yo solo… –la mascota pausó– Está bien, los cuidaré todo lo que pueda.
-No te angusties, Pi. Tú no te diste cuenta, pero hicimos una conexión. Te Transferí algunas de mis memorias sobre el mundo anterior, para que al menos, estos niños no cometan nuestros mismos errores. Esas memorias fueron parte de mí, una parte de mí también está en ti.

La voz de Abdel se disipó. Pi no entendía como pudo hacer la conexión sin despertarlo. Cerró los ojos con fuerza y trató de buscarlo. 








El cuarto del Emperador. Un “animal” celeste, sentado en un sillón, miraba con melancolía la ventana. La imagen fue acercándose poco a poco hacia el animal. Avanzaba lentamente y enfocaba a la distraída mascota, hasta posicionarse detrás de la misma. Una mano tocó algo debajo del mueble. Tomó al animalito por detrás del sillón, el cual se quejaba de dolor. Algunas gotas de agua cayeron al piso mientras la mascota era colocada en un brazo desconocido. El animal se apegó al brazo y la imagen se oscureció.


Pi abrió los ojos. Había visto el recuerdo de Abdel.

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