Ir al contenido principal

Un día normal con "Pulpín"

Un día normal con "Pulpín"



¡Experiencia, ven a mí!

Sí, es verdad. No importa que me paguen poco. No importa que trabaje más de 8 horas diarias. No importa no tener seguro, ni vacaciones. Sin embargo,  ¡Definitivamente todo cambiará cuando consiga experiencia!

¿Has jugado alguna vez a un videojuego en línea? ¡Claro! Si no tienes experiencia suficiente, no podrás usar los increíbles poderes que tu personaje dispone. No podrás cazar monstruos, ni ganar dinero a costa de ellos.  Tampoco podrás comprar increíbles armas y demás.

 




La vida  funciona de una forma parecida. No podemos obtener nada si no trabajamos. Y  conseguir un mejor trabajo, requiere experiencia. Incluso, si una persona no posee estudios, pero tiene experiencia, puede ganar dinero y lograr muchas cosas.

Es por eso que…


- ¡Pulpín!

Justo cuando iba a terminar mi fantástico discurso motivacional, alguien me ha dado un palmazo en la espalda. Volteo a ver quién esy …

- ¿Tío Andrés? Disculpa, me distraje un rato.

- Hombre. ¿En qué piensas? Eres soltero, no tienes una familia que mantener.¡ Así que avívate un poco!

Mi tío Andrés. Un hombre que habla y actúa de forma distinta a la que parece. Él es bajo y un poco gordo. Su rostro siempre luce cansado y sus ojos café oscuro se notan un poco adormecidos. Está un poco calvo, pero aún se vislumbran algunos cabellos castaños escondidos entre las  canas. Sus manos son grandes y hoscas. Pero su voz es alegre. Si lo escucharas a lo lejos, imaginarías una persona distinta. Así es mi tío.

Aunque ese es mi punto de vista.

 Luego de asentir mi cabeza, él me indica algunas de las cosas que tenía pendientes por hacer y me había olvidado. Así que cierro la maletera de la camioneta y me dirijo a hacerlas.


Tengo que recoger la cámara, varios micrófonos y avisar a la señorita Pilar que ya es hora de partir. Espera, espera  ¡Ya debes imaginar a qué me dedico! Me da mucho orgullo decirlo: soy el ayudante del camarógrafo. Tengo que alistar todas las cosas que él necesite y apoyarlo en lo que se presente. Es un poco difícil, pero con la experiencia adecuada, lograré ser contratado por el canal y ejercer mi carrera de periodismo.

En fin. Ya ha pasado más de media hora y la señorita Pilar no viene. Le avisé apropiadamente, pero ella me dijo que ya estaba lista, solamente tardaría 5 minutos y nos daba el alcance, pero aún nada de ella.

Mi tío frunce el ceño y mira hacia el cielo nublado.


- Si una  mujer te indica cierta cantidad de tiempo,  multiplícalo por cinco para saber cuánto se demorará realmente. Aunque en el caso de Pilar, debes multiplicarlo por veinte. – dice mi tío, casualmente.

- ¿Qué?

- Nada, Pulpín. Solo me molesta trabajar con Pilar.

- ¿Por qué?

- ¡Ah! -  mi tío suspira, luego continúa hablando- ¡Pensé que ya te habías dado cuenta! No importa, ya lo verás.

Una hora después, la señorita Pilar baja, realmente molesta. Ella nos mira, como si tuviésemos la culpa de algo, luego sube a la camioneta, se sienta, se ajusta el cinturón de seguridad y nos mira nuevamente.

- ¡No tenemos mucho tiempo! ¡Vamos!  ¡No se queden mirándome!

Mi tio subió al asiento del conductor y yo alasiento de atrás, observando que todas las cosas estuviesen bien.


Fuimos a realizar una entrevista. Una familia pobre había perdido a su madre a causa de una bala perdida. La entrevista era parte de la investigación que la señorita Pilar estaba realizando.  Alisté la cámara, preparé los micrófonos y le entregué uno a ella. Del resto se encargarían ellos. Ambos pasaron a la casa y mi tío me hizo la seña del “cuida el carro”. Así que tuve que quedarme fuera, esperando.

 Miré a ambos lados, subí al carro y cerré las ventanas. Saqué el celular de mi bolsillo y revisé mis redes sociales. En una de ellas, vi que mis antiguos compañeros se estaban preparando para protestar contra cierta ley laboral, la cual beneficiaría a los jóvenes informales, como yo, a costa de ciertos derechos laborales.

En serio, no necesito discutir mucho al respecto, ya que me encuentro a favor de la ley. Y al ver que mucha gente se quejaba, me molesté un poco. Así que evité lo máximo posible en tratar el tema con cualquiera de mis contactos.

Y  al parecer, hoy también tratarán de abordarlo conmigo.

Un antiguo compañero de universidad subió una imagen y me etiquetó, junto con muchos otros. Inmediatamente, las notificaciones no dejaron de llegar. Muchos de los etiquetados escribían comentarios diciendo que irían a la marcha. En cambio yo, me abstuve a comentar, ya que sería largo, molesto y me tacharían de mediocre y traidor.

Lo que hice fue lo siguiente: Le mandé un mensaje personal al compañero que subió la foto y me etiquetó.


Yo: Manuel, porfa

Yo: Puedes quitar la etiqueta?

Manuel:  No :V

Yo: Pero…

Manuel: Que? Acaso no vas?

Yo: Pues… :/ no voy

Manuel:  >:(  Como que no vas!!! No seas huevo duro!!! Te están quitando los derechos! Acaso te vas a quedar como menso mientras los ricos te quitan lo que tu mereces.

Yo: Lo sé, pero la calle está dura, Manuel. Tienes que entender.

Manuel: Pucha, te me caíste. Que pasó Juan, antes eras más chévere. Con lo animado que estabas. Decías que te dedicarías a cambiar el periodismo… Acaso me mentiste??

Yo: Pues no :/ pero la realidad es otra.

Manuel: Nada, te me caíste. Que te sigan explotando. Yo sí iré. No me voy a quedar callado.

Yo: Ok, chau.

Manuel: Nos vemos.

Manuel no lo entiende. Uno debe adaptarse a las necesidades y oportunidades que se nos presentan. A veces debemos protestar, pero no le veo el sentido en este caso. ¿Es que acaso no entienden que es por nuestro bien? ¿Qué lo hacen para que podamos tener un trabajo estable y digno?  En serio, no me cabe en la cabeza.

Es por eso que no quiero tratar mucho el tema.  Y lo digo porque la gente  no se pone a analizar las cosas que deberían preocuparles, solo están interesados en generar violencia y caos.

Quince minutos después, apareció mi tío, junto con la señorita Pilar. No quise preguntarles nada. Tomé la cámara y los micrófonos y los guardé en su sitio. Como siempre.


El resto del día pasó de lo más tranquilo. Visitamos diversos lugares, pero yo no sé mucho del tema, ya que en todas las ocasiones me quedaba dentro del vehículo, cuidando las cosas.  Lo único que sabía era que sería nuestro último trabajo del día y volveríamos al canal. Pero me había equivocado. Mi celular empezó a sonar.


- ¿Aló?

- ¡Pulpín! ¡Hola! – contestó la persona al otro lado del teléfono. Al parecer era algún conocido mío, pero yo aún no le reconocía la voz.

- Disculpe… Usted es…

- ¡Pulpín! Soy yo, Pedro.

- Ah, hola Pe…

- Lo siento – Pedro me interrumpe y por su forma de hablar, está muy apresurado- Dile a Pilar que vaya al canal, pero dile que sea ahora.

- Pero…

- El productor del noticiero quiere algo relacionado con la movilicación en contra de esa ley, la  de los chibolos. La quiere para antes de las 8. Ya van a ser las 6, así que si ella sale ahora y se cambia en diez minutos, podrá traernos algo interesante. Dile que vuele, o lo que volará será su cabeza… dile eso.


Pedro colgó el teléfono sin siquiera dejarme responder.  De todas formas me preocupé mucho, así que decidí bajar de la camioneta y avisarles de lo que había pasado. Por la preocupación, incluso interrumpí la entrevista. Y justamente cuando ella me mostraba su rostro de molestia, le dije:

- El productor te quiere ahora en el canal. O te despide.

No sé si mi tono fue lo que le convenció, o la noticia que le había contado, pero la señorita Pilar chasqueó la lengua, se despidió de las personas que estaba entrevistando y nos fuimos lo más rápido que podíamos.

La señorita Pilar se la pasó maldiciendo, al parecer ya le habían advertido en varias ocasiones su falta de profesionalismo, y los jefes ya no estaban dispuestos a aguantarles más caprichos. Mi tío lucía una sonrisa de oreja a oreja, la cual cambiaba a un gesto más serio cuando la señorita Pilar lo miraba. Yo estaba un poco pensativo, ya que sabía que iríamos a ese lugar.  A la marcha en contra de la ley laboral juvenil.

El cielo empezaba a oscurecerse. Volvimos al canal y allí nos enteramos que en realidad querían el trabajo para antes de las nueve. La señorita Pilar estaba algo molesta conmigo, pero no dijo nada, solo lucía su típico gesto molesto, maldiciendo en silencio.

Mi tío estaba un poco cansado de conducir, así que pidió a un chofer para que nos llevara al lugar. Y así los cuatro nos dirigimos al uno de los puntos de concentración. Mi tío hizo algunas grabaciones, la señorita Pilar le indicó que grabara otra y luego esperamos.

El chofer, el cual conocía la ciudad como la palma de su mano, nos sugirió un lugar para esperarlos mientras se movilizaban. Así  que por mayoría, decidimos hacerle caso e ir allá.




Nuestra camioneta se detuvo, mi tío con la cámara en el hombro comenzó a grabar mientras la multitud se acercaba. Habían visto a la joven reportera, que incluso es más joven que yo, y uno de ellos le preguntó.




- ¡Oye! ¡Reportera! ¿Qué opinas respecto a esta nueva ley? Me imagino que tu también te verás afectada.

 Ella no respondió. Simplemente se limitó a mirar a aquel joven con desdén. A ella no le importaba en lo absoluto la ley.

El joven la miró con rabia. Estaba tan molesto que su rostro se puso rojo. Y aunque pensé que eso sería lo único que pasaría, me había equivocado. Él gritó a voz en cuello.

- ¡Esta es la prensa amarillista, que vende su integridad al mejor postor! ¡Desinformadores! ¡Mentirosos! ¡Sucias ratas al servicio de los ricos!

La señorita Pilar iba a reírse, pero ella cambió el gesto de su rostro al ver que cada vez más personas se sumaban a la arenga del primero. La señorita empezó a presionar fuertemente su micrófono, y les respondía, pero su voz se perdía en el bullicio de la multitud. Sus voces la abrumaban, la pasaban. Volvió a cambiar el gesto de su rostro. Ya no estaba molesta, estaba asustada, estaba muy asustada. Se apoyó en la camioneta, miró a los lados y de percató que estaba rodeada. Y lo peor era que todos estaban insultándola, catalogándola de desinformadora y amarillista. A ella no le importaba todo eso, pero ver que tanta gente se lo decía, la abrumó.



 

Comentarios