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Gallo navajero



 Esta es la extraña historia de cómo un gallo navajero desapareció de su casa.

Él era el gallo más galante de todos los jamás vistos. Su pecho de color azabache cubre el corazón valiente de una ave que no ha sido derrotado en combate, su gallardo cuello se levanta todas las mañanas y despierta al sol, porque hasta el astro rey comprende la magnitud de su majestad. Alza sus alas y cubre el cielo entero. siendo la envidia de los habitantes celestes, los cuales no pueden evitar pensar por un instante en tener el privilegio de compartir el mismo suelo. No era un gallo navajero, señor policía, era EL gallo navajero...

El policía no había escrito nada de lo que el hombre denunciante acababa de decir. Es más, trataba de plasmar el hecho de forma más objetiva con su mano zurda, la que solo usaba de vez en cuando y en ocasiones especiales, ya que era la mano que guardaba su talento oculto por la caligrafía.

El era el capitán de la comisaría y respetando la dignidad de su cargo, solo atendía casos que requerían soluciones más urgentes o de mayor gravedad . El resto de problemas se los dejaba a sus subalternos. Ya tenía problemas que resolver en la oficina, reportes de robos a casa, asaltos por celulares y violencia familiar; había sido un día ajetreado y estaba claro que no quería lidiar con una persona que quería reportar el robo de un ave, un pollo.

Era una de las cosas más normales que ocurrían en vecindades, el pollo se fugaba y se iba a la casa vecina. Si el vecino era bueno, lo guardaba, si no le daba importancia, dejaba que el ave corriese por allí y tuviese la mala fortuna de encontrarse con algún canino hambriento, y en el peor de los casos el animal no volvía a aparecer, era asesinado, preparado y comido a la brevedad posible. Pasaba tan a menudo, que en algún momento de tu vida tendrías que escucharlo o sufrirlo si es que te dedicabas a la crianza. 

Su subalterno no pudo contener al hombre, el cual se puso a gritar a los cuatro vientos y a la puerta de la comisaría que había cometido el más cruel, vil, atróz, hórrido y espeluznante acto perpetrado por la humanidad. Por alguna extraña razón, el resto de personas empezaron a mostrarse empáticos con la persona y se unieron en su apoyo por recibir la atención que se merecía. Las voces se confundían con la del histérico sujeto, formanto una molesta cacofonía que llegó hasta la oficina el cual, molesto por la bulla en su comisaría, grito:

- Que pase de una vez el loco del pollo, caracho. 

Al entrar, pudo observar el rostro contrito del hombre, que parecía estar al borde de las lágrimas. Había visto rostros similares a ese, los había visto tantas veces que ya no le importaba, no le afectaba. Con su mirada hosca, sus cejas perfectamente alineadas, observando fijamente el rostro del interlocutor para tratar de detectar alguna muestra de falsedad, un momento de flaqueza. Con sumo pragmatismo, empezó a realizar la primera pregunta: 

- Relate los hechos del crimen.

El sujeto empezó a escribir de forma poética la apariencia de su ave: un gallo navajero victorioso, hábil y que nunca había perdido. Sus luchas no eran un derramamiento de sangre vulgar, se trataba de una danza preparada al milímetro. El gallo rival se encrispaba mientras este permanecía inmóvil, observando el primer movimiento enemigo. Las filosas cuchillas se aproximaban con velocidad al pecho del gallo, el cual estiraba la pata izquierda, siempre la pata izquierda y esquivaba el primer golpe. El enemigo golpeaba una de las paredes del recinto y con frustración se sacudía, al mismo tiempo que recuperaba la compostura. El gallo aprovechaba este movimiento para acercarse y levantar la pata izquierda como si se tratara de una bailarina de ballet. Haciendo un movimiento de 180 grados, el gallo daba su primer golpe, que casi siempre era fatal para sus rivales, ya que perdían la cabeza. 

Algunos de sus rivales, gallos especialmente preparados para este movimiento, daban un segundo salto y defendían el golpe con sus propias cuchillas. El gallo retrocedía dos pasos, aprovechando el polvo que había generado con su movimiento. Esperando a que el rival volviese a tomar la iniciativa, el gallo aprovechaba y se adaptaba, improvisando el segundo movimiento que siempre terminaba siendo fatal. Si el enemigo corría hacia él, dando aleteos y apuntando sus cuchillas, el gallo levantaba ambas patas, defendía el golpe en su aparente estado de desventaja y daba un certero picotazo, que apuntaba siempre al corazón y acababa al rival con un estoque.

El gallo no tenía nombre, ya que la gente lo recordaba más por su estilo extravagante y heterodoxo, más parecía un artista marcial que un gallo de combate. La gente dejó de apostar en su contra y hacerlo pelear resultaba contraproduciente, por lo cual su dueño lo llevó a su otro terreno, en el cual podría vivir una tranquila y merecida jubilación, reproduciéndose con las mejores gallinas y extendiendo su raza por toda la ciudad. Su dueño ya tenía reservadas 20 crías y aunque todavía no tenía ninguna, él calculaba que podría tener entre sus manos un negocio aún más rentable, más aún si las crías heredaban su extraña forma de luchar.

Pero ese horrendo ser lo mató. 

Ese villano, envidioso, libidinoso, sátrapa, truhan, adefesio, toxicómano, a sabiendas del infinito valor del noble animal, lo asesinó y desapareció. Su luz no podrá ser vista nunca más por los mortales.

El capitán solo escribió "un presunto vecino de mal vivir cometió el crimen" y continuó armando el rompecabezas.

Luego de hablar más pestes sobre su vecino y hablar como este lo amenazaba directamente con matar a su noble animal si no le daba una cuota por perdonarle la vida, trató de hablar de forma civilizada, tratando de negociar y evitar más conflictos. Pero nada de esto funcionó, según él. Nunca atendió a razones.

Cuando el capitán le preguntó por que demonios no llevó al gallo navajero, a la encarnación misma del Caballero Carmelo a un lugar seguro, el sujeto mantuvo una pausa larga y respondió: "Porque a él le gustaba vivir en esa casa".

Riendo en su mente, continuó escribiendo una historia que tratara de aproximarse a la realidad. 

"Un supuesto vecino de mal vivir amenazaba al señor R en reiteradas ocasiones. Ante la indiferencia de las mismas, el vecino actuó en venganza y asesinó con el gallo navajero, valorizado en 931 nuevos soles aproximadamente. Se le notificará al sujeto, Paul Swanner, para que haga los descargos."


Comentarios

  1. Creo que los 3 últimos quintos del relato están muy bien.
    Al inicio tiene par de faltas de ortografía. En segundo quinto tal vez no sea la mejor elección de lenguaje pero está bien, se entiende. Creo que quedó bien logrado.
    Ah, hasta donde sé, los gallos no se matan picándose el corazón. Solo la cabeza y el cuello.

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  2. Que real , me encanto .parece que hubieras participado de una pelea de gallos ,creo que al gallo lo cocinaron en una suculenta sopa.

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