…Yo amo Corea (del Norte) – Prólogo… El niño de rasgos orientales mira el espejo. Algo sucio y vestido con harapos. Delgado, no recuerda cuando fue la última vez que probó alimento. Sus ojos, su mirada. Si podría describirse con una sola palabra, “ira” es la adecuada. Sus manos, manchada de la sangre de su padre, formaban dos puños mantenidos rígidamente a los lados de sus muslos, temblando. Sus piernas también denotaban algo de miedo e odio, como dos columnas deterioradas a punto de colapsar. Su reflejo sólo lucía diferente en un único aspecto, su rostro denotaba tristeza. Por lo demás, lucía idéntico al original. En un momento, una facción de segundo, un instante, alguien susurró unas palabras, como una pequeña brisa: - ¿Por qué? – dijo el niño. El reflejo no respondió. El volumen cambió. Ya no era una brisa, más bien era el sonido de un fuerte viento huracanado. - ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué mataste a mi padre?! – increpó. El jovenzuelo no obtuvo réplica....